América Latina y el Caribe no es patio trasero, ni siquiera delantero de nadie
Ciudad de México 16 de diciembre de 2025.-Intervención de Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, en la XXV Cumbre de la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos, desde el Palacio de la Revolución en 14 de diciembre de 2025, “Año 67 de la Revolución
Gracias, querido Presidente y hermano de la República, también hermana, Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, y, en primer lugar, decir que acogemos y apoyamos todas estas ideas y reflexiones que tú has compartido con nosotros como introducción a esta histórica Cumbre del ALBA.
Querido Comandante Daniel Ortega Saavedra, copresidente de la hermana Nicaragua, y compañera Rosario Murillo, copresidenta también de esa hermana República;
Queridos primeros ministros de las naciones hermanas del Caribe, Roosevelt Skerrit, de Dominica; Philip J. Pierre, de Santa Lucía;
Estimados ministros de Asuntos Exteriores de los países que conforman el ALBA;
Compañero Rander Peña, Secretario Ejecutivo del ALBA-TCP;
Jefes de delegaciones, y representantes de las naciones que integran nuestra Alianza;
Invitados y participantes:
Yo, en primer lugar, Maduro, quisiera trasladar un mensaje de apoyo y solidaridad a las naciones del área que, como Cuba, fueron dañadas por el huracán Melissa y que aún hoy enfrentan los estragos de tan colosal y destructivo fenómeno meteorológico, y aprovechar para llamar una vez la atención sobre el tema del cambio climático.
El cambio climático no es fruto de una teoría de la conspiración, ni tampoco forma parte de un plan de la izquierda para generar estados de opinión, como algunos tratan de mostrarlo. El cambio climático es una realidad y los ejemplos que tenemos en la región y alrededor del mundo así lo demuestran. El tiempo que les queda a los pueblos y naciones para alcanzar el punto de no retorno es cada vez menor y, por tanto, si se continúa por el camino del consumismo irracional, definitivamente, la especie humana está condenada a perecer.
Estimados Jefes de Estado y de Gobierno, hermanos:
América Latina y el Caribe, ese maravilloso y diverso mundo al que martianamente llamamos Nuestra América, encara hoy amenazas que no tienen precedentes en las últimas décadas.
La Doctrina Monroe salió del closet. Ya no se esconden los apetitos imperiales; muy por el contrario, se exhiben sin pudor, como hace más de un siglo, mediante la diplomacia de las cañoneras.
Como en el pasado neocolonial, el imperialismo cree que tiene el poder para imponerse por la fuerza sobre la independencia y el derecho a la libre determinación de las naciones del hemisferio. Asume, sin moderación, autoridad y prerrogativas que no tiene para amenazar con el uso de la fuerza todo lo que habita en lo que irrespetuosamente denomina su “patio trasero”.
Las renovadas pretensiones colonialistas de la Doctrina Monroe se muestran constantemente en los anuncios y en las acciones amenazantes contra Venezuela, como preludio de lo que supondría una agresión tan irresponsable como riesgosa, un nuevo corolario, heredero del desprestigiado y derrotado corolario Roosevelt. Ahora tenemos el corolario Trump.
La política del gran garrote y la diplomacia de las cañoneras, con su criminal prontuario de agresiones y atropellos contra los pueblos, es el pasado de la región, ¡no podemos permitir que sea el futuro!
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, del pasado mes de noviembre, incorpora un enfoque aún más agresivo y ofensivo a esa vetusta pero muy peligrosa doctrina.
América Latina y el Caribe no es patio trasero, ni siquiera delantero de nadie. Nosotros somos Estados soberanos. Los recursos y las riquezas naturales de nuestras naciones pertenecen a nuestros pueblos, como patrimonio inalienable que ningún otro país por poderoso que sea, tiene derecho a reclamar o ambicionar.
Solo cada nación tiene las prerrogativas de disponer sobre esas riquezas, en la manera que entienda conforme a sus derechos soberanos, con debido respeto y consideración al equilibrio natural y ecológico del planeta, libre de injerencias y pretensiones hegemónicas de cualquier otro país.
El despliegue naval ostensible, exagerado e injustificado de las fuerzas navales de los Estados Unidos en el mar Caribe y la deliberada amenaza de agresión militar contra la nación bolivariana revelan un propósito hegemónico y criminal que debe poner en alerta a todos los pueblos y gobiernos del continente. Es un peligro que se debe denunciar de la forma más resuelta, y, desde Cuba, hoy aquí en esta Cumbre del ALBA, lo condenamos en los términos más firmes y categóricos.
Denunciamos también el reciente asalto e incautación de un buque petrolero por parte de las fuerzas militares de los Estados Unidos, que demuestra de manera irrefutable las verdaderas intenciones de este despliegue. Condenamos enérgicamente este vil acto de piratería y robo de los recursos del pueblo venezolano, que constituye una grave violación del Derecho Internacional, contraviene los principios de la libertad de navegación y del libre comercio, y perjudica, no solo a Venezuela, sino a la comunidad internacional en su conjunto. Estamos ante los nuevos corsarios y piratas del Caribe.
El Gobierno estadounidense debe saber que nadie cree en los falsos pretextos que esgrime para amenazar a Venezuela. Su declarada guerra contra el narcotráfico, el aparatoso despliegue de naves militares, los ataques a embarcaciones y los asesinatos indiscriminados que se han cometido, no buscan poner freno a la entrada ilegal y mucho menos al consumo de narcóticos en los Estados Unidos. Pero eso no les importa, confían en que podrán provocar temor o debilidad entre los líderes políticos, entre las fuerzas populares y los gobernantes de la región.
