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Pirotecnia, manifestación hispana relacionada con lo ritual y religioso

Ciudad de México, 15 de diciembre de 2025.-La pirotecnia está relacionada con lo ritual y lo religioso, es decir, “la idea de su conexión con la festividad y la comunicación del ser humano con la deidad”, explicó en entrevista la investigadora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, María Angélica Galicia Gordillo.

En la comunidad de San Pedro Atzompa, Estado de México, don Luis junto con su familia, me decía: “mire antropóloga, yo cuando quiero ir a una fiesta me subo a la azotea y veo donde hay cuetes. ¿Sí me explico?, así las ubico en tiempo real”.

A decir de la especialista universitaria, desde el ámbito ritual los denominados cohetes empezaron a formar parte de esta vinculación de la tierra con el Dios. Si está arriba, en la transición, en la conversión cristiano-católica, él viaja en el aire, en la luz, las energías, los cerros, los árboles. “Entonces, este viaje se completa con el sonido de los cohetes, con las luces que produce”.

Quienes lo asumen así en México, dijo Galicia Gordillo, aseguran que no pueden llegar hasta el cielo, pero los castillos, las coronas que giran sí, de ahí su práctica.

La experta en religiosidad popular, así como en transformación y adaptación de la cultura, aclaró que los momentos rituales y religiosos se han ido asociando con la pirotecnia.

Su relación está adherida a la festividad, por lo que su presencia se marca con la música y también con el sonido, debido a que, como reza la máxima popular: “un pueblo que no suena es un pueblo que no existe”.

Y una manera de hacerlo es con el uso de los fuegos artificiales. “Entre más cohetes truenen, más es el prestigio de la comunidad. Entonces, te das cuenta que los fuegos artificiales al incorporarse no solamente implicaban un reflejo visual, sino también un reflejo auditivo”, abundó.

257 años en México

Datos del Instituto Mexiquense de la Pirotecnia indican que más de 60 por ciento de esta se fabrica en el Estado de México, y el municipio de Tultepec es el epicentro o responsable de la mayoría de la producción del país.

La actividad genera una derrama económica significativa, estimada en aproximadamente 15 mil millones de pesos anuales solo en esa localidad, y más de 200 mil familias dependen de ella directa o indirectamente.

De acuerdo con esa fuente, en la entidad mexiquense existen aproximadamente 8 mil 200 iglesias; en cada una se utiliza pirotecnia en celebraciones patronales y de año nuevo.

Según la investigación de Angélica Galicia, no es un suceso previo a la Conquista, pues arribó con la hispanidad. “Tampoco se trata de un fenómeno de principios del Virreinato, sino de la etapa de la difusión de la pólvora, de los fuegos artificiales ya como tales”.

“¿Por qué ha persistido? Porque se hace presente la fiesta. Y al hacerlo, lo hace también la comunidad y el santo. Son los sonidos de la existencia. Existe el pueblo”, consideró.

Al respecto, en su libro “Cohetes de regocijo. Una interpretación de la fiesta mexicana”. 2017, editado por el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, María del Carmen Vázquez Mantecón, asegura:

“Desde el siglo XVI se hablaba del arte de preparar la pólvora o del arte de la artillería y de los artificios de fuego, lo que dio lugar en Europa a la profesión muy reconocida de artificiero, aplicada, en general, al que fabricaba artillería y poco a poco, a los que se encargaban de los espectáculos celebrativos de los monarcas”.

Para el siglo XVIII, se lee en dicha obra, “no había duda de que la pirotecnia de regocijo era un arte que no se podía mirar como frívolo, porque servía para atestiguar el celo y el amor al rey, lo mismo que para celebrar sus victorias; nadie, sin embargo, entre los siglos XVI y XIX definió a la pirotecnia como una bella arte, ni tampoco como una artesanía. Podría decirse que fue preocupación en el siglo XX considerarla así, sobre todo como un arte efímero”.

En el texto se registra que “don Joaquín Gavilán, fue el creador de los ‘artificiosos y alusivos fuegos’ que amenizaron incluso la inauguración del Real Estudio Botánico de la Universidad (hoy UNAM) en el mes de mayo de 1788”.

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