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Luis Buñuel: el genio surrealista que encontró su libertad en México.

La guerra civil española y el franquismo le trajeron a México.

En el exilio mexicano, Buñuel transformó su rebeldía artística en algunas de las obras más brillantes y provocadoras del cine universal.

Luis Buñuel Portolés nació el 22 de febrero de 1900 en Calanda, un pequeño pueblo de la provincia de Teruel, España. Desde joven se sintió atraído por el arte, la literatura y el cine, influenciado por las ideas vanguardistas que recorrían Europa a comienzos del siglo XX. Durante sus años en la Residencia de Estudiantes de Madrid, entabló amistad con grandes figuras como Federico García Lorca y Salvador Dalí. Con este último creó una de las películas más provocadoras y revolucionarias de la historia del cine: Un perro andaluz (1929), símbolo del movimiento surrealista.

Después de la Guerra Civil Española y la llegada de la dictadura franquista, Buñuel se vio obligado a exiliarse. Vivió en varios países, pero fue México el que lo acogió definitivamente. Llegó en 1946, invitado por el productor Óscar Dancigers, y se encontró con una industria cinematográfica vibrante, en plena Época de Oro. Aunque al principio su estilo provocador generó cierta desconfianza, pronto logró destacar gracias a su original manera de contar historias y su mirada crítica sobre la sociedad.

Su primera película mexicana fue Gran Casino (1947), pero el verdadero reconocimiento internacional llegó con Los olvidados (1950). Esta película retrata con crudeza la vida de los niños marginados en la Ciudad de México. Al principio fue duramente criticada, pero más tarde se convirtió en un clásico, ganando el premio a Mejor Dirección en el Festival de Cannes. Con ella, Buñuel demostró que el cine podía ser arte, denuncia y poesía al mismo tiempo.

A partir de entonces, su carrera en México fue imparable. Filmó más de una decena de obras que mezclaban ironía, crítica social y un inconfundible toque surrealista. Entre las más destacadas están Él (1953), Nazarín (1959), Viridiana (1961, coproducción con España), El ángel exterminador (1962) y Simón del desierto (1965). En todas ellas abordó temas universales: la religión, la moral, el deseo y las contradicciones del ser humano.

Luis Buñuel falleció en la Ciudad de México el 29 de julio de 1983, dejando un legado que traspasó fronteras. En México no solo encontró refugio, sino la libertad creativa que definió su cine. Hoy, su obra sigue inspirando a cineastas y recordándonos que el arte también puede ser un acto de rebeldía y de libertad.

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