Salud y Belleza

¿Azúcar, miel o edulcorantes? Rompiendo mitos sobre lo que endulza tu día

  • Azúcar blanca, miel “pura”, stevia o sucralosa (edulcorante artificial no calórico). En el universo del sabor dulce conviven mitos, juicios morales y mucha confusión.

Ciudad de México, 04 de agosto del 2025.- Pocos sabores despiertan tanto deseo, placer y controversia como lo dulce. Desde una cucharada de miel hasta una bebida con sucralosa, los endulzantes forman parte cotidiana de nuestras decisiones alimentarias. Sin embargo, también generan debates polarizados: ¿Es más natural usar panela que azúcar refinada? ¿Qué tan sana es la stevia? ¿Los edulcorantes artificiales afectan la salud? ¿Y la miel es mejor por ser “de abeja”?

“Lo primero que debemos hacer es dejar de pensar en términos de ‘bueno’ o ‘malo’”, advierte Laura Miranda Solís, Coordinadora Regional para América Latina de la International Sweeteners Association (ISA), en entrevista para Bistronomie de El Economista. “Todos los endulzantes —desde la sacarosa hasta el eritritol— tienen su lugar en la alimentación, siempre que se usen con moderación y con base en la evidencia científica”.

¿Qué es un edulcorante?

“El azúcar es azúcar”, afirma Miranda, “pero edulcorante es toda sustancia que proporciona dulzor”. Dentro de esa categoría caben tanto los azúcares calóricos —como la glucosa, fructosa, sacarosa o miel— como los edulcorantes bajos o sin calorías, entre los que se encuentran la sucralosa, el acesulfame K, el aspartame, la stevia, el eritritol o el monk fruit.

La gran diferencia está en el aporte calórico. “Los edulcorantes bajos o sin calorías nos dan ese sabor dulce que naturalmente buscamos, pero sin las calorías del azúcar”, explica. Por eso su uso ha crecido en productos como refrescos light, yogures bajos en grasa, cereales, chicles, confitería y hasta medicamentos.

“Muchos tienen un poder endulzante mucho más alto que el azúcar de mesa, por eso se utilizan en cantidades muy pequeñas. Algunos llegan a ser hasta 200 veces más dulces que la sacarosa”, indica la especialista.

El dulce está en todas partes

Aunque la mayoría de los consumidores asocia los edulcorantes sin calorías con las bebidas sin azúcar, Miranda detalla que su presencia es mucho más amplia: “Además de refrescos, están en lácteos, cereales, productos de confitería, incluso en suplementos alimenticios. Su función no es solo endulzar, también ayuda a mejorar la textura, conservar o equilibrar sabores”.

Y, aunque puedan parecer ingredientes modernos, aclara: “Los seres humanos tenemos una preferencia natural por lo dulce. Es un sabor que buscamos desde niños y que sigue presente en nuestra vida adulta”.

¿Y la miel?

Uno de los mitos más comunes es pensar que ciertos azúcares “naturales”, como la miel o el jarabe de agave, son más saludables. Pero eso no siempre es cierto.

“Incluso la miel de abeja 100% pura sigue siendo un azúcar libre”, advierte Miranda, “y eso está muy bien documentado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El cuerpo la procesa como glucosa y fructosa, igual que otros azúcares simples”.

El problema no es la procedencia del endulzante, sino su cantidad. “Creemos que si algo es ‘natural’ ya no tiene efecto metabólico. Pero todo depende de la dosis”, enfatiza.

Uno de los puntos más relevantes en la conversación con Miranda es el nivel de respaldo que tienen los edulcorantes bajos o sin calorías en materia de salud pública. “Son de los aditivos más estudiados del mundo”, asegura.

A nivel internacional, estos ingredientes deben pasar evaluaciones rigurosas por parte de autoridades científicas y regulatorias. “En Europa están avalados por la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria), en Estados Unidos por la FDA, y en México por COFEPRIS, que publica el listado de aditivos permitidos con su respectiva Ingesta Diaria Aceptable”, señala.

Esa IDA representa la cantidad máxima que una persona puede consumir diariamente durante toda su vida sin riesgo para la salud. “Para que un edulcorante sea aprobado, debe superar múltiples fases de investigación y evaluación toxicológica. No se aprueban a la ligera”, reitera.

Además, la evaluación global está a cargo del JECFA, el comité conjunto de expertos en aditivos alimentarios de la OMS y la FAO, que coordina las recomendaciones a nivel internacional y da sustento al Codex Alimentarius, base técnica de muchas leyes de inocuidad alimentaria en América Latina.

Una región, una estrategia común

Como Coordinadora Regional de ISA, Miranda tiene a su cargo toda América Latina, desde México hasta Argentina. Y aunque cada país tiene particularidades, “la tendencia es alinearse con las recomendaciones internacionales, sobre todo cuando se trata de política pública alimentaria”, dice.

“La comunicación científica es hoy completamente global. Las decisiones se toman con base en evidencia, y se comparten entre organismos como la OMS, las Naciones Unidas y el Codex”, apunta.

De hecho, muchas de las estrategias de reducción calórica en productos procesados —como los sellos frontales de advertencia o las reformulaciones industriales— han impulsado el uso de edulcorantes sin calorías como herramientas funcionales.

“No son milagrosos, pero sí ayudan. No se trata de sustituir el azúcar sin cambiar hábitos, sino de integrar opciones que hagan más fácil reducir calorías sin renunciar al sabor”, afirma Miranda.

Decisiones sin culpa

Al final, la pregunta no es si el azúcar es peor que la miel, o si la stevia es más “natural” que el eritritol. “La clave está en la moderación y en el contexto general de la dieta. No hay alimentos buenos o malos: hay patrones de consumo y decisiones informadas”, sostiene la experta.

Por eso, insiste, el debate debe avanzar: “Es momento de dejar atrás la culpa y tomar decisiones con base en ciencia, no en miedo ni moda. Lo dulce no es el enemigo: el problema es el exceso y la desinformación”.

Con información de: https://www.eleconomista.com.mx/

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