Migrantes mexicanos en Estados Unidos están enfrentando una doble tragedia. Por un lado, muchos ya desean regresar a México, cansados del ambiente hostil, del temor constante y de la violencia en los centros de detención migratoria. Pero por otro lado, el retorno tampoco representa una opción segura o digna.
El Frente Amplio de Mexicanos y Migrantes, conformado por trabajadores agrícolas de estados como Guerrero y Oaxaca, ha alzado la voz: “ni entregándose al ICE hay retorno digno”. La desconfianza en las autoridades migratorias crece, incluso entre quienes tienen estatus legal. María Elena Valdivia, desde Florida, reporta que más de 90 familias de agricultores guerrerenses quieren volver, pero el miedo paraliza cualquier intento.
A esto se suma un fallo reciente en la Corte de Estados Unidos que permite negar la nacionalidad a hijos de migrantes nacidos allá. Activistas ya lo llaman “el apartheid migratorio más grande de la historia”.
En un mundo que dice avanzar, nuestros migrantes siguen atrapados entre dos fuegos: el rechazo allá y el abandono acá. La pregunta la realizan en voz alta: ¿cuándo habrá un retorno verdaderamente digno para quienes un día se fueron en busca de esperanza?
