Colaboraciones

Charlas de taberna | Rugido letal de un conflicto sin freno; se encamina a una guerra mundial | Por: Marcos H. Valerio

El enfrentamiento entre Irán e Israel no es solo una guerra más en una región marcada por la violencia; es una bomba de tiempo que amenaza con convertirse en un cataclismo global.

Es decir, el rugido del león iraní, como lo llaman en Teherán, ha sorprendido a los israelíes, que subestimaron la ferocidad y precisión de su adversario. Israel, con uno de los ejércitos más avanzados del planeta, no ha desplegado todo su arsenal, pero Irán ha demostrado que no es un rival menor, moviéndose con una estrategia quirúrgica que pone en jaque la supremacía militar de su oponente.

La situación se agrava con las recientes declaraciones de Benjamin Netanyahu, quien ha señalado a Pakistán como el próximo objetivo. Este nuevo frente no solo es temerario, sino que eleva el conflicto a un nivel de peligro incalculable.

Israel ya está rodeado: Gaza al oeste, Hezbollah y Líbano al norte, Egipto y los Hermanos Musulmanes al sur, los hutíes en Yemen y, por supuesto, el régimen de los ayatolás en Irán. Ahora, añadir a Pakistán a esta ecuación es jugar con fuego en un polvorín.

La escalada ha alcanzado un nuevo umbral con el ataque de Estados Unidos contra Irán, una intervención que ha intensificado las tensiones y acercado al mundo al borde del abismo.

Este movimiento, justificado por Washington como una medida para proteger sus intereses y respaldar a Israel, ha desatado una reacción en cadena que complica aún más el frágil equilibrio regional. Irán, ahora enfrentado directamente a dos potencias militares, ha redoblado su retórica y movilización, aumentando el riesgo de una confrontación total.

Lo que comenzó como un conflicto regional amenaza con convertirse en una guerra mundial. No podemos ignorar un detalle escalofriante: Irán, Israel y Pakistán poseen armas nucleares.

Si Israel, en un acto desesperado o calculado, decidiera usar una bomba nuclear contra Irán, Pakistán ha jurado responder. Y si eso ocurre, el dominó de la destrucción no se detendrá. Estados Unidos, ya involucrado militarmente, y otras potencias se verían arrastradas a un enfrentamiento de consecuencias apocalípticas.

Estamos ante un rompecabezas letal, un tablero donde cada movimiento puede ser el último. La humanidad se encuentra en una encrucijada: o alguien acciona el freno, o corremos el riesgo de aniquilarnos a nosotros mismos. La solución no vendrá de los tambores de guerra, sino de la voluntad de quienes aún creen que la paz, aunque frágil, es posible.

Botón volver arriba