Israel es a Netanyahu lo que el pueblo judío al genocidio en Palestina
08 de junio del 2025.- “Para ellas hay cosas más urgentes que controlar la natalidad: saber si comerán hoy o dónde de cerca caerá el próximo misil de los israelíes o si sus hijos o familiares están a salvo”. Esta afirmación del médico palestino Sabbah fue dicha al periodista Ferran Sales y publicada en El País Semanal el domingo 21 de agosto de 2015, con el título “La hora de Gaza. Los palestinos luchan por sobrevivir tras cinco años de intifada”.
Pareciera que nada ha cambiado. Estos días, soldados israelíes practican el tiro al blanco contra gazatíes que esperan en los puntos designados para obtener una ración de comida. Han sido 27 las personas fusiladas, no cabe otro nombre.
Entre tanto, una empresa estadunidense, bautizada eufemísticamente Fundación Humanitaria para Gaza, favorable a la expulsión de los palestinos de su territorio, es designada por Estados Unidos e Israel para sustituir a Naciones Unidas y la Cruz Roja en el reparto de alimentos. La decisión viene precedida de 11 semanas de bloqueo en la entrega de alimentos.
Hoy, bajo la excusa de evitar disturbios, aglomeraciones y filtraciones de Hamas, la empresa paraliza la distribución de víveres, a fin de organizar, a su medida, cómo será esta nueva etapa, aumentando el dolor social de los gazatíes. Poco se informa de la retirada de la consultora, también estadunidense, Boston Consulting Group, del proyecto, alegando que el sistema de ayuda que se pretende implantar será muy difícil de operar si prima el afán de lucro.
En otros términos, hacer del hambre un negocio no parece una solución humanitaria, pero las grandes democracias occidentales protegen a Israel y aplauden la medida. Países, disque defensores de los derechos humanos y la libertad de expresión, censuran, criminalizan, reprimen y encarcelan a quienes expresan su apoyo al pueblo palestino. Francia y Alemania encabezan la lista, sin olvidarnos de Estados Unidos, adalid de las políticas genocidas y protagonista de excepción, independientemente del inquilino de la Casa Blanca.
Para evitar ser tildados de cómplices del exterminio, levantan un nuevo tipo de argumento exonerando al Estado de Israel de las masacres y el genocidio, y responsabilizando, exclusivamente, al gobierno de Benjamín Netanyahu. Es otra forma de rechazar sanciones que obstaculicen los beneficios derivados de la compra-venta de armamento. Tanto como mostrar cierta empatía al sufrimiento de los gazatíes.
Amortizado Netanyahu, toca salvar al Estado de Israel. En esta lógica exculpatoria, las fuerzas armadas reciben el nombre de ejército hebreo. Una forma de eliminar al apellido Israel de las matanzas y el genocidio realizado por las tropas de ocupación. Sólo se debe condenar al gobierno de Netanyahu de los considerados “excesos” cometidos en esta guerra asimétrica, híbrida, desigual e ilegal contra el pueblo palestino.
La excusa de Hamas ya no les protege. Así, tenemos unas fuerzas armadas definidas por el idioma. Desconozco si existe un país llamado Hebreo. Lo dicho, es ejemplo de manipulación, desinformación y mirar hacia otro lado ante el horror que supone contemplar la carnecería humana cometida por el Estado de Israel, y no por un gobierno.
No se pueden desconocer los hechos. El bombardeo de la población civil, hospitales, escuelas y campamentos de refugiados constituyen una acción pensada en despachos y ejecutada por las fuerzas armadas israelíes. Ver morir a hombres, mujeres y niños palestinos es una constante.
No es un problema de cifras. Impedir la entrada de ayuda humanitaria, visualizar el hambre como un éxito militar y político, sobrepasa la imaginación. Insensibles al dolor, sus tropas, sus dirigentes, al igual que el pueblo alemán durante el Tercer Reich, sabedores de los campos de exterminio, las cámaras de gases, las torturas, seguros de ganar la guerra, eran condescendientes con el nazismo, el pueblo israelí lo es con su Estado, fuerzas armadas y gobierno.
La estrategia del Estado Israelí consiste en exterminar, en Palestina, cualquier ser vivo que no rinda pleitesía a su bandera. Misma que portan sus tanques, aviones y los soldados en el uniforme. Son hijos de un nacionalismo enraizado en el sionismo. Tienen la convicción de compartir una historia que les hace diferentes al resto del mundo. Las tablas de la ley y un Dios castigador le guían en su misión de controlar el territorio palestino, considerado su propiedad. No de otro modo se explica la solución final propuesta, por Israel y aliados, para el pueblo de Palestina, consistente en expulsarlos o en su eliminación física.
Mientras no se materialice, se les hostiga, asesina y mata de hambre. El Estado de Israel, no el gobierno de Netanyahu, envía colonos para repoblar Gaza y Cisjordania. Su presencia ha constituido la avanzadilla sobre la cual pivota la solución final. Los israelitas, educados en el odio al palestino, a sus costumbres, cultura y religión, los deshumaniza, sintiendo un placer en verlos sufrir.
Su Estado subvenciona a influencers, youtubers, propios y extranjeros, para banalizar hasta el extremo y realizar performance de palestinos fingiendo hambre, riéndose de su tragedia, simulando muertes y falsos heridos.
Es el Estado de Israel y su pueblo quienes al unísono alientan la solución final. Occidente no puede existir sin Israel. Su defensa es numantina y para lograr el objetivo no les pesa mancharse de sangre.
Con información de: https://www.jornada.com.mx/