Política

Semana laboral de 40 horas: ¿Sueño de los colaboradores o pesadilla de empleadores?

Ciudad de México, 15 de mayo de 2025.- El primero de mayo, la secretaría de trabajo del gobierno federal anunció la instauración de la semana laboral de 40 horas en México. Eso sí, aclarando que sería de manera gradual y paulatinamente, esperando que en 2030 ya sea una realidad.

Al implementar la semana laboral de 40 horas, México se sumaría a una lista de 27 países los cuales ya han implementado esta práctica, entre los que se encuentran Suecia, Corea del Sur y España.

Uno de los argumentos de la secretaria de trabajo para impulsar esta iniciativa es el hecho de que en México las personas le dedican muchas horas al trabajo. Sin embargo, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) a nivel mundial se trabaja en promedio 43.7 horas, aunque el 28% de los trabajadores llega a trabajar hasta 49 horas.

En esta discusión, más allá del tiempo dedicado al trabajo, hay que considerar otras dimensiones de los impactos que tendría esta ley en nuestro país.

Productividad por hora en México, el talón de Aquiles.
Uno de los puntos más importantes al instalar la semana de 40 horas, es el de la productividad laboral la cual representa el valor económico que generan las personas por cada hora de trabajo.

Con esto en mente, una triste realidad es que México es el menos productivo de los países de la OCDE, ya que cada hora trabajada solamente genera en estimado 24.9 dólares. Esta es la aportación no sólo al valor de las empresas, sino a la economía nacional.

Esto podría parecer mucho, pero es muy poco si lo comparamos con Irlanda en donde cada hora trabajada genera 149.3 dólares o si consideramos que el promedio de la productividad de los países de la OCDE es de 72.64 dólares.

Calculando las 48 horas que por ley se deberían de trabajar, ese valor sería de 1,195 dólares por semana. Sin embargo, si mantenemos ese nivel de productividad al implementar la semana laboral de 40 horas, se generaría solamente 996 dólares de valor económico. Para mantener el nivel de productividad total, se tendría que aumentar la productividad por hora a 29.8 dólares, lo que representa un incremento del 20 por ciento.

Podría pensarse que es algo alcanzable para el 2030, pero en los últimos cinco años la productividad en México sólo aumentó el 9% cuando el incremento en los países de la OCDE fue en promedio un 15 por ciento.

Y esta es una carga para los empleadores, y para el país, porque aquí hay una perdida directa del valor económico al implementar menos horas de trabajo.

La gran pregunta es ¿cómo podemos lograr que al trabajar 40 horas se genere al menos el mismo valor económico de lo que se genera al trabajar 48 horas?

Hay que poner el dedo en la formalidad
Aunque la intención de implementar la semana laboral de 40 horas es buena, está siendo utilizada más como una carta política que como una solución a las problemáticas laborales. Sobre todo, porque en México, de acuerdo con la ENOE de 2024, el 54.3% de la población ocupada se encuentra en la informalidad. Esto quiere decir que poco más de 32 millones de personas no cuentan con los beneficios que ofrece la ley: desde seguro social hasta la prima vacacional. Tampoco se beneficiarían de una semana laboral de 40 horas.

Al desagregar el 54.3 % de población ocupada en un empleo informal, se puede identificar que el 27.8 % se encuentra en el sector informal, el 13.5 % labora en empresas, gobierno e instituciones, 9% en el ámbito agropecuario y 3.9 % en trabajo doméstico remunerado.

En este aspecto, con la semana laboral de 40 horas realmente sólo se beneficiarían las personas con un empleo formal y aquellas que trabajen más de esas 43 horas en promedio.

Será un ejercicio interesante los foros y discusiones sobre la oportunidad que representa una semana laboral, sobre todo si se integra en la discusión el aprovechamiento de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial.

Aunque falta mucho tiempo aún para ver como termina este ejercicio y si acaso se llega a implementar una ley, lo importante es iniciar y el abrir el diálogo a cómo se puede lograr no sólo en beneficio de los trabajadores sino en beneficio de las empresas y la economía del país.

Con información de: Economista

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