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Primeros 100 días; EU, al borde de conflicto constitucional

Nueva York, 30 de abril del 2025.- Ayer se cumplieron los primeros 100 días del segundo mandato de Donald Trump, los cuales el presidente y su equipo obviamente proclaman como un triunfo histórico espectacular, pero sus opositores señalan que en el centenar de días ha llevado al país al borde de una crisis constitucional y puesto en riesgo no sólo la economía nacional, sino lo que queda del llamado sistema diplomático y económico mundial.

Para marcar sus 100 días, el presidente firmó nuevas órdenes ejecutivas el lunes para atacar a ciudades y estados que ofrecen santuarios a inmigrantes, forzó un éxodo de cientos de funcionarios dedicados a derechos civiles en el Departamento de Justicia y despidió a cientos de científicos y expertos encargados de elaborar el principal informe oficial nacional sobre los efectos del cambio climático en Estados Unidos.

Ayer, Trump festejó sus primeros 100 días con un discurso en Michigan, donde llamó monstruos a los migrantes y declaró que el Partido Demócrata está defendiendo a algunos de los salvajes más violentos en la faz de la Tierra. Afirmó que sus medidas habían reducido el flujo de indocumentados intentando ingresar a Estados Unidos a casi cero, insistió en que sus aranceles bajarán los precios y permitirán que logre reducir los impuestos sobre la mayoría de la población.

El incesante torrente de órdenes ejecutivas ha marcado los primeros cien días; éstas abarcan desde medidas antimigrantes hasta el despliegue de militares en la frontera, el arresto de activistas contra la guerra en Palestina, el indulto a más de mil 500 acusados por el asalto al Congreso en 2021, el retiro de Estados Unidos de pactos, acuerdos y tratados internacionales y el desmantelamiento de programas y agencias federales de salud, asistencia exterior, educación, así como ataques a universidades, jueces y abogados que se atreven a desobedecer o son percibidos como desleales, incluso asuntos mucho más mundanos como anular regulaciones federales para limitar el volumen de agua en las regaderas.

No podemos permitir que un puñado de jueces comunistas de la izquierda radical obstruyan la aplicación de nuestras leyes y asumir los deberes que pertenecen exclusivamente al presidente de Estados Unidos, afirmó Trump en su discurso en Michigan, parte de su ataque incesante contra quienes se opongan a sus políticas. De hecho, su gobierno ahora ha arrestado a una jueza en Wisconsin, quien fue acusada de ayudar a un indocumentado a evadir las autoridades migratorias. Ayer, la Suprema Corte estatal de Wisconsin suspendió a la jueza.

Sólo cinco leyes promulgadas

Sin embargo, analistas señalan que aunque Trump ha emitido un total de 142 órdenes ejecutivas –cifra récord– no ha logrado promover reformas o nuevas leyes mayores. A pesar del control de ambas cámaras del Congreso de su Partido Republicano, él y sus legisladores han promulgado menos leyes que cualquier otro presidente en las últimas tres décadas; sólo cinco en total. Al mismo tiempo, muchas de sus órdenes ejecutivas y otras acciones enfrentan más de 200 demandas legales ante los tribunales y algunas han sido suspendidas o revertidas, desde las que buscan desmantelar algunas agencias federales, hasta amenazas de congelar fondos federales a universidades y medidas antimigrantes.

Más aún, aunque la Casa Blanca ha desatado una ofensiva antimigrante cruel que ha sembrado terror en el país, el nuevo gobierno no ha logrado deportar la cantidad de residentes irregulares que prometió y es poco probable que llegue a la cifra de un millón que ofreció en su primer año, como tampoco ha logrado poner fin a la guerra en Ucrania ni reducir los precios de bienes básicos, entre otras cosas que se comprometió a hacer de inmediato.

Además, muchos economistas están pronosticando la posibilidad cada vez más real de una recesión. Y su talento para distorsionar los hechos empieza a estrellarse con la realidad: ayer insistió en que el precio del huevo y la gasolina se han reducido, mentiras que cualquier consumidor puede comprobar en este momento en cualquier esquina del país.

Por todo esto, los logros y éxitos festejados ayer por Trump y su Casa Blanca son cuestionados no sólo por expertos y analistas de un amplio abanico de tendencias políticas, sino también por la opinión pública, dado que su inicial tasa de aprobación se ha reducido de manera constante al llegar a niveles históricamente bajos –en una de las encuestas más recientes, del Washington Post/ABC News, Trump registró sólo 39 por ciento de aprobación, el nivel más bajo para un presidente en sus primeros 100 días en 80 años.

Aún más notable es que mayorías desaprueban su manejo de los temas que presentó como prioridades, desde el manejo de la economía, los aranceles, la migración y la reforma del gobierno, según las principales encuestas nacionales más recientes.

Después de los primeros 100 días persiste el debate sobre si el gobierno del republicano tiene una guía o estrategia real con un mapa de ruta para transformar al país, o si es más que nada un proyecto personal acompañado por un elenco de derechistas y tal vez el gabinete menos calificado de la historia moderna, con una visión narcisista. Por ello, algunos cuestionan si ponerle la etiqueta de fascista es demasiado elegante, ya que implica alguna relación con una ideología. Lo que nadie cuestiona es el instinto político del mandatario y el manejo de lo que algunos califican de reality show, en el cual todo está coreografiado como un espectáculo con una sola estrella al centro.

Nadie disputa que Trump se ha atribuido poderes extraordinarios como Ejecutivo, desafiando normas, órdenes judiciales y los principios de división de poderes. Algunos recuerdan sus frases para justificar sus acciones posiblemente ilegales, como robarse la frase de Napoleón: aquel que salva a su país no viola ninguna ley; o su insistencia en que Estados Unidos enfrenta emergencias que permiten que el presidente asuma poderes extraordinarios, incluida la anulación efectiva de procesos debidos bajo la ley.

La pregunta es si podrá continuar con lo que críticos llaman un asalto a los principios de la democracia estadunidense, ya que en estos primeros 100 días no sólo hay un cambio en la opinión pública, sino que hay brotes cada vez más pronunciados de resistencia tanto en las calles como en algunas partes de la cúpula económica estadunidense.

Mientras, hay manifestaciones coordinadas en cientos de pueblos y ciudades de todo el país, hasta con los más vulnerables –los inmigrantes– encabezando algunas, junto con mítines de dimensiones sin precedente convocados por Bernie Sanders en repudio a la oligarquía; más de 200 universidades, entre ellas algunas de las más prominentes, públicamente repudian las medidas de Trump en su contra, y ahora figuras públicas de un amplio abanico político –desde importantes comentaristas hasta alcaldes, gobernadores, artistas y ex generales– ya no sólo critican, sino que llaman a una insurgencia contra quien califican de autócrata.

El presidente persistirá en su asalto hasta que sienta la resistencia de un pueblo que ya no lo tolerará más, concluye David Remnick, director de The New Yorker.

Van 100 días, faltan más de mil 300.

Con información de: David Brooks y Jim Cason, corresponsales

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