Salud y Belleza

La terapia intensiva debe generar sobrevivientes, no víctimas

Ciudad de México, 25 de junio del 2024.-Especialistas destacan la importancia de cambiar el paradigma de los cuidados intensivos hacia terapias humanizadas y la movilidad de pacientes críticos para disminuir su estancia en las unidades y así incluso reducir los costos hospitalarios.

Apenas unos cuatro años atrás la mayoría de la población desconocía por completo la función de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) en los hospitales, después de la Pandemia de Covid-19, sabemos que se encargan de los pacientes que se encuentran en el punto exacto entre la vida y la muerte.

Enfrentar como paciente una terapia intensiva es un golpe muy fuerte, los tiempos de estancia pueden ser prolongados y las repercusiones de ello son tanto físicas como económicas, incluso hay conceptos actuales como el Sindorme Post Terapia Intensiva, donde a dos y tres años todavía se pueden observar secuelas producto de la hospitalización. Se trata de lesiones a nivel psicológico, físico e incluso afectaciones al entorno familiar, esto implica una carga social importante. Un paciente que entra a terapia intensiva está entre la vida y la muerte, pero las probabilidades de sobrevivir son relativamente altas; hoy el promedio de mortalidad en México es del 28% en salas UCI, aunque con covid la probabilidad de muerte asciende a 65 por ciento.

Bajo estas condiciones los especialistas han buscado por un lado, reducir los tiempos y por el otro, las condiciones que mejoren los resultados. El doctor Cristian Gaytán, especialista en medicina crítica, director médico y jefe de unidad de terapia intensiva del hospital MAC, explica que actualmente se busca el desarrollo de las terapias humanizadas, basado en principios de funcionalidad por ejemplo, con camas que permitan mayor movilidad, accesibilidad a los familiares, programas de rehabilitación, atención cálida que incluya la posibilidad de ver el sol, el cielo, un jardín, “todas estas son diversas intervenciones que antes no estaban en el radar pues los intensivistas nos dedicábamos a tener vivo al paciente, pero no se pensaba en el post y en el evento traumático”. Es enfático, hoy la importancia de la terapia intensiva debe modificar su estructura y con ello el modelo de salud. En esto coincide el doctor Salvador Ríos, médico especialista en medicina interna y director médico de Baxter México:

 

“La atención de un paciente extremadamente grave no termina al estabilizarlo y darlo de alta, muchos pacientes debido a las complicaciones quedan con secuelas y estamos creando en lugar de sobrevivientes, víctimas”. El reposo absoluto un enemigo de la recuperación De acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, actualmente existen a nivel nacional más de 6 mil camas destinadas a estos pacientes, 4 mil 883 en el sector público (pediátricas y para adultos) y 2 mil 085 en instituciones del sector privado, “la distribución de camas es muy pequeña para la cantidad de población que hay en México”, pero más allá de eso, contar con las camas adecuadas y el personal capacitado será clave.

Ríos explica que a excepción de los pacientes neurológicos, con inestabilidad hemodinámica, o un paciente con fracturas en columna, para todos los demás, incluso en pacientes en coma, se tienen que movilizar pasivamente. “El paciente que no se moviliza tiene mayor riesgo de complicaciones respiratorias pues se acumulan las secreciones (neumonías asociadas a ventilador), también atelectasia, cuando se tapa un bronquio y el pulmón colapsa, embolia pulmonar, problemas cardiovasculares, musculo esqueléticos entre otros padecimientos”. Por ello es indispensable mejorar la movilidad que se le da a las personas en terapia intensiva porque cuando egresan experimentan múltiples complicaciones a nivel físico, cognitivo y de salud mental que complica su recuperación e impide que se adapten nuevamente a su estilo de vida.

“Al estar en la UCI, los pacientes enfrentan otras problemáticas además de la enfermedad que los llevó a ingresar debido a la inmovilidad: comienzan a presentar insuficiencia renal, trastornos graves de la coagulación. Además, cuando salen enfrentan el síndrome post-UCI que también impacta a su familia y entorno: tienen ansiedad o depresión, problemas cognitivos y daños en sus habilidades físicas a nivel pulmonar, neuromuscular y de movilidad”. De la misma forma, el médico internista afirmó que entre las principales razones por las que los profesionales de la salud no mueven a los pacientes es por el mito de que el reposo es necesario para la recuperación, el temor a que el paciente se desestabilice y porque al intentar moverlos pueden lesionarse. Su propuesta es también tecnológica, por ejemplo con el uso de camas para terapia intensiva como la Hillrom Progressa +, que soluciona las readmisiones de las personas, reduce las estancias prolongadas en la unidad y la duración total de la hospitalización.

“Tenemos una población con altos índices de obesidad (75.2% de las personas mayores de 20 años tienen sobrepeso y obesidad) lo que complica a los equipos médicos maniobrar. Por ello contar con dispositivos médicos que faciliten la labor de los profesionales de la salud reduce el 50% de las lesiones en el personal del hospital, reduce el 36% de la estancia de las personas en la UCI, acorta al 50% las complicaciones pulmonares y disminuye el 30% de los costos generales del hospital.” Concluye que actualmente cada paciente en la UCI representa un gasto de 54 mil pesos diarios, por lo que evolucionar y acortar la estancia en esta unidad beneficiaría al sector hospitalario público y privado. “Un paciente sin covid estará en promedio entre 5 y 6 días en la terapia intensiva, pero sabemos que las afecciones respiratorias pueden incrementar hasta 11 días más la estancia, lo cual aumenta el costo por paciente a más de 590 mil pesos”, por ello asegura que los beneficios de voltear a nuestras salas de UCI e implementar mejoras es un punto indispensable en la salud pública de países como México.

Datos de la terapia Intensiva En 1850 en la guerra de Crimea, la enfermera Florence Nightingale fue la primera que tomó la determinación de dividir a los pacientes entre los que requerían atención clínica inmediata y los que requerían observación. Solo con el hecho de separar a quienes requerían mayor atención, logró disminuir la mortalidad durante una guerra de 40 a 2%, esto no se alcanza con ningún tratamiento o dispositivo, se trataba de una intervención mínima que nadie más había notado.

Para 1950 el doctor Peter Safar, pionero en la terapia intensiva desarrolló una unidad que se dedicaba a tratar pacientes que estaban bajo sedación y con asistencia ventilatoria, esa es la primer forma de terapia intensiva. A México la llegada de las terapias intensivas fue secundario al funcionamiento de los pacientes que requerían cuidados post quirurgicos cardiovasculares, En 1966 el hospital Siglo XXI del IMSS desarrolló la terapia intensiva más grande y a partir de ahí se distribuyó por el país. La terapia intensiva funciona por niveles de prioridad, estos se dan de acuerdo a la posibilidad de recuperación con criterios como edad del paciente, funcionalidad previa, enfermedad crítica, con ellos se analiza quién debe o no entrar a estas áreas, es decir, quienes sí se pueden beneficiar de este manejo. En México a partir de 2020 las áreas de Cuidados Intensivos sufrieron una redistribución, se tiene una tasa de 3.3 camas por cada 100 mil habitantes.

con información de https://www.eleconomista.com.mx/

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