Colaboraciones

Enlace Internacional | Por: Lino Enrique Ávila Núñez | Home office, llegó para quedarse

Actualmente vivimos de una forma distinta a la que estábamos acostumbrados, debido a la pandemia que ha paralizado la rutina diaria de más del 90 por ciento de la población según palabras del Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de la Secretaría de Salud, Hugo López-Gatell Ramírez.

Debido a este cambio, la mayor parte de los países se encuentran en medio de una crisis económica; incluso, algunas empresas se han visto forzadas a cerrar sus puertas, mientras que otras han tenido que adaptarse a la nueva forma de trabajar, es decir, seguir con las sugerencias y protocolos de seguridad que cada país ha implementado para la reducción de contagios.

La pandemia ha cambiado la forma de llevar a cabo los deberes dentro de las organizaciones, afectando a los trabajadores y empresarios, puesto que de un día para otro ya no era posible entrar a oficinas y el hacerlo, representaba un foco rojo de posible contagio y propagación del virus SARS-CoV-2, mismo, que ocasiona la enfermedad Covid-19, convirtiéndose en algunos casos como una enfermedad mortal.

No poder entrar a los centros de trabajo, ocasionó que las empresas y organizaciones buscarán la forma de adaptarse a una nueva forma de operar y seguir en existencia; la mayoría tuvo que optar por la modalidad de home office y, es así como desde abril de 2020 operan más del 80 por ciento de las empresas, afirma el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Esto ha dado pauta al incremento de los rumores por la desaparición de las oficinas físicas, ya que, muchos no quieren o no tienen la intención de regresar a los establecimientos por miedo a contagiarse, además de que en algunas organizaciones, pagar por un espacio el cual ya no se ocupa a la totalidad, significa un gasto.

Este hecho que puede beneficiar a las empresas ya que, muchos colaboradores  prefieren seguir haciendo home office por más tiempo hasta que la enfermedad desaparezca o el riesgo de contagiarse sea menor, así lo han planteado a las empresas, generando  su vez una reducción operativa en recursos de oficina; además, al no tener espacios de trabajo físicos (oficinas) también se puede aprovechar de mejor forma la inversión destinada a la renta de estos lugares.

Asimismo, recordemos que es bien sabido que miles de trabajadores han dejado de ir a sus oficinas por hacer sus deberes laborales desde casa; dando pie a que las oficinas no estén habilitadas al ciento por ciento, es decir, solo bajo extrema necesidad, se encuentran ocupadas con el aforo mínimo que establece el “Lineamiento general espacios públicos cerrados en Covid-19” otorgados por la Secretaría de Salud, esto es el caso de México.

Con la información anterior, se calcula que, dentro de un par de años más del 60 por ciento de los empleados trabajarán desde casa.

Cabe considerar que este nuevo estilo de vida tiene sus ventajas y desventajas, principalmente la implementación esta nueva forma de trabajo llamada home office; trayendo consigo muy buenas oportunidades de desarrollo tanto para empleadores, como para empleados.

Hacer home office ayuda a aumentar la productividad en un 23 por ciento, las empresas tienen un 18 por ciento más de ahorro, diferentes utilidades; y ya ni hablar de ahorro para el colaborador en cuestión de gastos de traslado de hogar a oficinas y viceversa.

Sin embargo, por otro lado, el trabajo desde casa afecta negativamente a los empleados; más del 40 por ciento han experimentado un alto nivel de estrés, pues consideran un aumento de trabajo considerable; las horas laborales en ocasiones son extras y no cuentan con la comunicación necesaria para continuar con sus labores.

Aunado a todo lo anterior, se cree que después de la pandemia, la demanda a la renta o venta de inmuebles disminuirá hasta el 20 por ciento, esto quiere decir que los créditos para viviendas se verán afectados con grandes pérdidas.

De igual forma, se sabe que, si se regresa de manera física a los inmuebles de las oficinas, éstas deberán de contar con el espacio suficiente para seguir aplicando la “sana distancia”, ocasionando que se deban adaptar estructuras más flexibles con la intención de cubrir las necesidades de espacios de trabajo diferentes.

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