Colaboraciones

¡Huracanes, rayos y centellas!

Es probable que la noticia de una tormenta eléctrica en Etiopía no retenga nues- tra atención; en cambio, sí nos preocupa cuando las autoridades informan que un huracán se acerca a las costas del Golfo de México o El Caribe.

 

Sin embargo, científicos atmosféricos han encontrado que estos dos fenóme- nos están íntimamente relacionados. En el año 2005, cuando se registraron 28 huracanes devastadores en el Atlántico, cifra superior a la de los años anteriores, el número de tormentas eléctricas en el altiplano etiope fue paralelo a la canti- dad e intensidad de dichos meteoros. En cambio, en 2006 las tormentas eléctri- cas de Etiopía fueron menos y en el Atlántico sólo se notificaron diez grandes huracanes.

 

Los especialistas explican de qué forma los rayos perturban los vientos que viajan hacia el occidente y cruzan el continente africano. Este hecho puede compararse con el de una roca en medio de un río, que provoca ondulaciones y turbulencia en las corrientes de agua. Mientras mayor sea la piedra, mayor per- turbación ocasionará. A su vez, la turbulencia genera zonas de baja presión, que también se desplazan hacia el oeste hasta dar origen a las tormentas tropicales en el Atlántico.

 

El rastreo y registro de las tormentas eléctricas en todo el planeta podría ayudar a predecir con mayor anticipación la formación de huracanes y, de esta manera, contar con un sistema de prevención más efectivo.

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