Opinión del Día

Paso a Desnivel

David Cárdenas

Malinalli

La Malinche… La traidora. La que abrió las puertas de Tenochtitlán.

La que prefirió al extranjero.

Así, aun después de más de 500 años, muchos dedos la acusan.

Olvidan quienes la señalan que fue  Malinalli una extranjera en su tierra.

Y la recuerdan  los historiadores como la culpable perfecta de la derrota del imperio Azteca.

Olvidan todos  que Malinalli un día tuvo hogar. Luego fue vendida.

Fue regalada. Fue entregada.

Y luego una vez más… y otra.

Malinalli debió ser una niña igual a las demás niñas jugando con el barro o chapoteando en el patio de su casa. Recorriendo los montes.

Aprendiendo a echar tortillas en el tlecuil, lavando y pescando en el río, bordando  con paciencia y colorido su quexquemetl.

Y ya adolescente, Malinalli debió ser solicitada en matrimonio por algún joven de su pueblo.

Sus padres debieron haber aceptado -en la tercera petición-  la boda.

Esta se consumaría cuando  el sacerdote atara el vestido de Malinalli  con el del novio mientras le tomaba ella de la mano. Después, daría Malinalli vuelta -siete veces alrededor del fuego quemando incienso- elevando emocionadas plegarias a los dioses para tener un duradero y feliz matrimonio.

Pero no fue así… No pudo ser.

No fue niña… No fue adolescente, no fue esposa, no fue libre…

Su destino era otro… como le auguró su ilamatl -su abuela- Su destino era del tamaño del cielo…. ¡Y lo fue!

Malinalli fue el verbo.

Fue la lengua, fue la palabra, fue la intérprete.

Fue la primer catequista de América.

Fue la primera mujer en tener un hijo mestizo.

Nadie sabe a ciencia cierta cuando nació.

Tampoco cuándo o en dónde murió.

Muchos no sabemos dónde descansan sus mortales restos.

Pero casi todos  en México mencionan su nombre como grave insulto: ¡La Malinche!

Ha sido Malinalli difamada por más de 500 años… se olvida que:

Siendo niña, Malinalli fue vendida y llevada a otras tierras. A Tabasco, ¡al extranjero!

Y tuvo que aprender otra lengua, otras formas, otra cultura, otra forma de vida… también la del extranjero… Aprendió y nunca por voluntad propia…

Malinalli no era viajera, era un ser humano privado de su libertad.

No cruzaba la línea de los 20 años cuando fue entregada a Hernán Cortez.

Malinalli no traicionó a los Aztecas, porque ella no pertenecía a ellos.

Antes bien. De donde ella venía, de esos pueblos, cada uno  era vasallo del pueblo Azteca

Ella no entendía de lo propio y lo ajeno…

Pero de acuerdo a sus vivencias si sabía, bien que sabía la diferencia entre sojuzgamiento y libertad. Creo.

Conocía bien Malinalli  el vuelo del quetzal y el dolor de verlo prisionero en una jaula.

Conocía el peso del poder sobre sus hombros.

Y Malinalli sin supersticiones ayudó a Cortés.

Moctezuma el poderoso, por supersticiones entregó el poder.

Malinalli sabía que Cortés no era dios, era humano como ella. Lo conoció cuerpo a cuerpo.  Curó sus heridas. Lo miró frente a frente.

Moctezuma, el gran señor que infundía temor y  no permitía que le vieran a la cara se limitó ante Hernán Cortés… Malinalli No.

Malinalli llegó con Hernán Cortés a las puertas de la Gran Tenochtitlán… en donde también era extranjera…  Los Aztecas tenían sometidos a todos los pueblos… hasta los que  había vivido. Malinalli… luego entonces el guerrero pueblo Azteca era también enemigo de ella.

Y fue recibida como señora… con el sufijo reverencial -tzin

Cihuatl, señora. Malinalli-Malintzin Y la persona con su nombre alcanzan relevancia.

Malinalli no es apodo… ¡es nombre propio!

En perspectiva, Malinalli es la mujer más importante de América…

Ni más, ni menos

Malinalli, Marina

La mujer de agua…

La mujer del agua

La mujer oceánica

La mujer atlántica…

Malinalli. La Difamada….

Malinalli… la palabra.

 

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